Si hace poco más de un mes los agricultores barbanzanos esperaban ansiosos la llegada de una lluvia que les permitiese paliar la falta de agua que venían registrando desde antes del verano, ahora sus deseos van en la línea diametralmente opuesta. De hecho, están esperando una tregua en las precipitaciones que les permita acceder a sus fincas y aplicar el purín con el que se abonarán las praderías en las que, con la llegada de la primavera, se recogerá el forraje.

«O ano pasado por este tempo xa tiñamos o encalado feito e o purín botado. Desta vez, aínda temos que esperar porque choveu moito e as leiras están moi encharcadas para entrar coa cisterna», apunta un ganadero de Mazaricos que, si bien reconoce la necesidad que había de agua, también lamenta las consecuencias que podría tener un retraso excesivo en el abonado: «Esto é unha cadea. Se abonas tarde, ensilas a herba tarde e, polo tanto, tamén retrasas a sementeira do millo que se leva a cabo nas mesmas fincas. Colles menos cantidade e te arriscas a que o tempo estrague o cultivo».

 Aunque esta espera también puede tener consecuencias sensiblemente más graves derivadas de las dificultades que muchas explotaciones empiezan a tener a la hora de almacenar los desperdicios de sus animales. La imposibilidad de poder aplicarlo sobre las fincas está provocando que muchas fosas empiecen a estar al límite de su capacidad con el consiguiente riesgo que ello puede generar en el caso de que el purín se derrame sin control.

«Calculo que teremos capacidade para un semana máis, ou como moito dúas. Despois teremos que mirar como facemos para baleirar unhas cantas cisternas para facer sitio, porque en época de moita chuvia tampouco se pode esparexer, aínda podendo acceder á finca», explica una ganadera de la parroquia outiense de Valadares.

El Código Galego de Boas Prácticas agrarias, única normativa autonómica sobre el uso de este tipo de fertilizantes, desaconseja la aplicación de purines en fincas encharcadas o en épocas de lluvias constantes por el riesgo que ello supone de infiltración en el terreno o escorrentía hacia ríos o zonas especialmente sensibles. El incumplimiento de estas recomendaciones, recogidas en la ley de aguas estatal y la directriz europea relativa a la protección de las aguas contra la contaminación producida por nitratos utilizados en la agricultura, puede conllevar sanciones superiores a los 30.000 euros.

Las exigencias ambientales que se aplican a los nuevos establos les obligan a disponer de una fosa impermeable, preferiblemente cubierta, lo suficientemente dimensionada como para poder albergar los desechos de los animales durante un período mínimo de seis meses, lo que supone del orden de 13 metros cúbicos por cada vaca adulta.

Precisamente, el reducido tamaño de los pozos de purín es uno de los problemas más serios a los que se enfrentan buena parte de las 400 explotaciones lácteas existentes en la comarca.